El origen del Beagle,
al igual que el resto de razas caninas de tipo sabueso, no puede
determinarse con total certeza, ya que parece como enterrado en la
antigüedad. En el siglo II d.C., el Onomasticon, un
diccionario griego en diez volúmenes obra de Iulius Pollux, menciona al
perro utilizado por el hombre para la caza alrededor del año 1300 a. C.
El antiguo autor griego Jenofonte hizo referencias en sus escritos
datados alrededor del año 450 a.C. a unos perros pequeños utilizados
para la caza (a pie) de liebres. Aunque no se puso un nombre concreto a
estos perros, eran sin duda los ancestros de la raza canina que
conocemos actualmente como Beagle.
El hombre de la antigüedad cazaba animales para su supervivencia, pero a lo largo de los siglos la caza evolucionó desde ser una forma de buscarse el sustento a convertirse en un deporte. Los terratenientes y la nobleza inglesa participaban, en una fecha tan antigua como el siglo XIV, en deportes cruentos (caza) como forma de actividad social. Utilizaban caballos y perros grandes y pequeños junto con pequeños terrier en sus cacerías de venados, zorros, tejones y liebres.
La selección en pos de unas características físicas y mentales deseables para así adecuarse a un cierto objetivo supone la forma en que surgieron las varias razas caninas. En los tiempos prehistóricos, el criador era el hombre de las cavernas que buscaba un perro que tuviera unos fuertes instintos básicos y que utilizó a los mejores de estos perros para que le ayudaran a buscar y a capturar su alimento. Más tarde, el criador fue el granjero, que se encontró que con el tener un perro resistente y lleno de energía a su lado le ayudaba a que no faltara la carne en la mesa familiar. El hombre de las cavernas, y más tarde el granjero, seguían a los perros a pie. Más tarde, cuando el Beagle fue tenido por la aristocracia, se dio empleo a cuidadores que tenían que seleccionar a los animales. La aristocracia, que poseía riqueza para poderlo hacer, tenía muchos perros juntos, en jaurías, y la similitud en cuanto al tipo dentro de ellas era una cualidad muy estimada. El terreno variaba entre los condados en toda Inglaterra, con lo que el tipo deseable variaba entre una jauría y otra, para así poder superar los retos que suponía la caza local. Estos grupos de acaudalados cazadores solían seguir a los perros a caballo.
Mediante la selección continua de las características y los rasgos deseables para adaptarse al objetivo que tenía ante sí, el criador (ya fuera el hombre de las cavernas, el granjero, el cuidador, etc.) fijó el tipo en estos perros y estos pequeños sabuesos fueron finalmente refinados y criados dándose una cierta constancia en cuanto a sus rasgos y características.
Durante la Edad Media había en Inglaterra dos variedades de perros de tipo sabueso que se decía eran bastante numerosos. Estaban los sabuesos del norte y los del sur. También había unos sabuesos de mayor tamaño utilizados para el rastreo de venados (probablemente el Foxhound) y otros de menor tamaño utilizados para seguir el rastro de las liebres, que se cree fueron los Harrier y los Beagle.
Se ha escrito poco sobre la descripción del sabueso del norte, aunque William Youatt, en su libro The Dog, publicado en 1846, menciona «el labio más contraído y poco péndulo de los perros del norte», y afirmaba que era el más veloz. También aparecen menciones de escritores del siglo XVII sobre los Beagle de los condados del norte de Inglaterra. Entre ellos se encuentra William Somerville (1675-1742), que dice que este perro era veloz y más esbelto que el Cotswold Beagle. Quizás el sabueso del norte y el Beagle de los condados del norte de Inglaterra fueran el mismo perro (así lo parece). Así que ¿qué razas se combinaron entre sí para dar lugar al Beagle? Algunos creen que surgió a partir del cruce entre el Harrier y el antiguo sabueso sureño (o del sur de Inglaterra). En algunos casos fueron llamados «Harrier pequeños». La mayoría de los eruditos parecen apoyar la teoría de que el Beagle actual derivó, en su mayor parte, del Harrier. La selección, camada tras camada y una y otra vez en pos de un perro de menor talla, fijó el tamaño. Lo que en un tiempo recibía el nombre de Foxhound pequeño o Harrier pequeño se conoce en la actualidad con el nombre de Beagle.
El hombre de la antigüedad cazaba animales para su supervivencia, pero a lo largo de los siglos la caza evolucionó desde ser una forma de buscarse el sustento a convertirse en un deporte. Los terratenientes y la nobleza inglesa participaban, en una fecha tan antigua como el siglo XIV, en deportes cruentos (caza) como forma de actividad social. Utilizaban caballos y perros grandes y pequeños junto con pequeños terrier en sus cacerías de venados, zorros, tejones y liebres.
La selección en pos de unas características físicas y mentales deseables para así adecuarse a un cierto objetivo supone la forma en que surgieron las varias razas caninas. En los tiempos prehistóricos, el criador era el hombre de las cavernas que buscaba un perro que tuviera unos fuertes instintos básicos y que utilizó a los mejores de estos perros para que le ayudaran a buscar y a capturar su alimento. Más tarde, el criador fue el granjero, que se encontró que con el tener un perro resistente y lleno de energía a su lado le ayudaba a que no faltara la carne en la mesa familiar. El hombre de las cavernas, y más tarde el granjero, seguían a los perros a pie. Más tarde, cuando el Beagle fue tenido por la aristocracia, se dio empleo a cuidadores que tenían que seleccionar a los animales. La aristocracia, que poseía riqueza para poderlo hacer, tenía muchos perros juntos, en jaurías, y la similitud en cuanto al tipo dentro de ellas era una cualidad muy estimada. El terreno variaba entre los condados en toda Inglaterra, con lo que el tipo deseable variaba entre una jauría y otra, para así poder superar los retos que suponía la caza local. Estos grupos de acaudalados cazadores solían seguir a los perros a caballo.
Mediante la selección continua de las características y los rasgos deseables para adaptarse al objetivo que tenía ante sí, el criador (ya fuera el hombre de las cavernas, el granjero, el cuidador, etc.) fijó el tipo en estos perros y estos pequeños sabuesos fueron finalmente refinados y criados dándose una cierta constancia en cuanto a sus rasgos y características.
Durante la Edad Media había en Inglaterra dos variedades de perros de tipo sabueso que se decía eran bastante numerosos. Estaban los sabuesos del norte y los del sur. También había unos sabuesos de mayor tamaño utilizados para el rastreo de venados (probablemente el Foxhound) y otros de menor tamaño utilizados para seguir el rastro de las liebres, que se cree fueron los Harrier y los Beagle.
Se ha escrito poco sobre la descripción del sabueso del norte, aunque William Youatt, en su libro The Dog, publicado en 1846, menciona «el labio más contraído y poco péndulo de los perros del norte», y afirmaba que era el más veloz. También aparecen menciones de escritores del siglo XVII sobre los Beagle de los condados del norte de Inglaterra. Entre ellos se encuentra William Somerville (1675-1742), que dice que este perro era veloz y más esbelto que el Cotswold Beagle. Quizás el sabueso del norte y el Beagle de los condados del norte de Inglaterra fueran el mismo perro (así lo parece). Así que ¿qué razas se combinaron entre sí para dar lugar al Beagle? Algunos creen que surgió a partir del cruce entre el Harrier y el antiguo sabueso sureño (o del sur de Inglaterra). En algunos casos fueron llamados «Harrier pequeños». La mayoría de los eruditos parecen apoyar la teoría de que el Beagle actual derivó, en su mayor parte, del Harrier. La selección, camada tras camada y una y otra vez en pos de un perro de menor talla, fijó el tamaño. Lo que en un tiempo recibía el nombre de Foxhound pequeño o Harrier pequeño se conoce en la actualidad con el nombre de Beagle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario